¡TENÉIS QUE VENIR A LETUR!
-¿Eso está muy lejos?
-En menos de dos horas se llega desde Mutxamel. Letur es uno de los pueblos más bonitos que he visto en mis frecuentes viajes dando charlas sobre tratamiento de aguas y atendiendo mis negocios- me responde Blas.
-¿Y por dónde cae Letur?
-Pertenece a la provincia de Albacete, ha conseguido varios premios como el mejor municipio de España. Vais a flipar con la cantidad de agua que tiene por todas partes, en fuentes, canales, estanques…
-Pues si no hay más remedio, vayamos un fin de semana de estos.
-Yo lo arreglo todo. El hostal y el viaje para el próximo y último fin de semana de noviembre lo organizo ahora mismo -sentenció Blas, ante lo cual el resto de contertulios (su mujer, Maribel, Gloria y Francisco que estrenaban su flamante Peugeot, Mónica y yo) dijimos “amén”.
El viajecito, siguiendo al coche de la pareja promotora en el nuevo auto de Francisco, se nos hizo algo pesado por el tráfico más que espeso de la autovía.
Tras fichar en el hostal y dejar los bultos, “tocó” realizar la visita nocturna.
Nuestros guías, que anteriormente recalaron en Letur varias veces, consideraban, entusiasmados, que era imprescindible dar una amplia vuelta de reconocimiento por el pueblo inmediatamente, en contra de mi salvaje deseo de tirarme en la cama y descansar.
Resignado, me integré en el grupo en modo zombi, y calibré durante el paseo las fantásticas fotográficas de los bellos parajes que podría realizar al día siguiente.
Cenamos en "El Buho" de picoteo y regresamos al hostal.
Tanto por la noche como durante el día, constatamos la naturalidad de los leturianos saludando o platicando con nosotros amablemente en cualquier circunstancia y lugar.
También nos llamó la atención lo limpio y cuidado de cada calle, plaza o rincón del pueblo. En algunas de las conversaciones con los lugareños quedó patente la unidad y orgullo vecinal que compartían.
Quisimos visitar la fábrica “El cantero de Letur”, famosa por su elaboración de derivados lácteos, con denominación de origen y ecológicos. Estaba cerrada. Un cartel remitía a ciertas tiendas del pueblo si se deseaba adquirir alguno de sus productos.
En la plaza de la iglesia se desarrolló una elaboración de migas al mediodía, sin ánimo competitivo, entre una decena de equipos pertrechados de una sartén grande sobre el infernillo de gas con la masa de harina troceándola, garrafa de aceite, platos con longanizas, panceta, sardinas… con los que la concurrencia podría disfrutar, invitados, al término del proceso.
No tuvimos paciencia suficiente y cogimos los coches para ir a comer a otro pueblo, ya que cerraron el bar donde desayunamos, por haber tenido que llevar a la mujer del dueño, y cocinera, a urgencias.
Ya en el bar "Los Franceses" de Socovo la mitad del grupo degustamos las migas con magro, morcilla y panceta, influidos quizás por el espectáculo culinario de la plaza principal de Letur, el resto se decantó por el pollo a la cerveza.
Después nos acercamos a Elche de la Sierra y compramos en la única tienda abierta diversos productos, como cafés, caramelos, vino, pan… aunque en realidad pretendíamos visitar la panificadora de panes integrales. Lamentablemente para nuestros propósitos, está cerrada los sábados por la tarde.
Cargados con las bolsas, nos dirigimos a visitar la iglesia, en la parte baja del pueblo, único baluarte turístico.
De vuelta en el hostal, Maribel nos invitó a una velada en su habitación a la que acudimos con las cartas de Registros Akásicos y los péndulos. Dado que tocamos temas personales, y una sesión de sanación a cargo de Francisco, todo ello de carácter privado, cierro este capítulo con las buenas noches y el hasta mañana a las 9:30.
(Me acabo de saltar la narración de la última copa en el pub "La Garduña", por no alargarme prodigando detalles interminables: el dueño andaba completamente desbordado sin su camarero habitual, en las pantallas tocaba el grupo "Los fabulosos Cadillacs", las mesas eran puertas abarrotadas de pequeños objetos personales de los clientes, cubiertas por un cristal, un perro de lanas se nos adosó esperando algún detalle de nuestra parte, etc.)
Mónica me cedió su almohada, más blandita, y descansé mejor que la primera noche. Gracias, Mónica.
Duchados y demás, tempranito, nos dirigimos todos a pagar la estancia en el hostal. 114 € las dos noches por habitación, despidiéndose con un “hasta la próxima” nuestra bendita pareja promotora.
Toda la mañana del domingo la dedicamos a la visita del Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza en Calasparra, paseando los cuidados jardines y el vigoroso canal que discurre a los pies del santuario, que me chivan es el río Segura.
Tras la paella de verduras (arroz de la huerta) en el restaurante del santuario, emprendimos el regreso a nuestros hogares disfrutando de un tráfico escaso y un sueñecito por mi parte.
Pese a las maravillas visitadas, experiencias y contactos amistosos con los lugareños, volver a la propia casa siempre es reconfortante. Encendí la chimenea y acompañé a Mónica, que se había resfriado y sufrió una extraña crisis de estornudos, poniéndola una aguja de acupuntura en Yin-tran a petición suya. Esta mañana se encuentra mejor.
Gracias por vuestra visita a este reportaje, en el que las fotos expresarán mejor que mis palabras la experiencia leturiana y visita del santuario.
Los registros de agua o luz se ornan con paneles similares en muchas fachadas. Selecioné este por los símbolos del Camino de Santiago
Piedra parecida a la de molinaza montoreña y plantas complementan la melodía del agua protagonista en tantos lugares de Letur
Mientras hacíamos un descansito en esta fuentecilla pasaron los turistas de Castalla, más perdidos aún que nosotros. Maribel, castelluda también, saludó a un montón de convecinos conocidos suyos