EL PARÁSITO ASTRAL ERA
UNA LARVA FEROZ
Cuando intentábamos
determinar qué factores nos habían llevado a Mónica y a mí a una repentina y
extraña crisis de salud, apenas consideramos la verdadera causa. Pero, poco a
poco, y a través de una conversación con nuestra amiga Bea, (dietética “Árbol
de vida” en Mutxamel), que nos aconsejó una limpieza astral con palo santo de
toda nuestra vivienda, comenzamos a ver el origen del problema con mayor
nitidez.
Por mi
parte, realicé una sesión de péndulo en la que la intuición me llevó a
desconfiar. Formulé cada pregunta tres veces y una de las respuestas cambió.
Donde se me decía que no había parásitos astrales en nuestra casa, en la tercera
ocasión que repetí la misma pregunta la respuesta varió.
Mónica, por
su parte, realizó una sesión de Registros Akáshicos y, no sólo recibió
confirmación y explicaciones precisas,
sino que además visualizó el voraz parásito astral. Convencidos finalmente de la naturaleza de nuestro problema de salud, iniciamos una
limpieza astral conjunta con palo santo que expulsó al parásito de nuestra vivienda.
Ya conocéis la
trama principal de esta historia, ahora vamos a las circunstancias y al
desarrollo de los hechos:
Martes, 23 de julio 2024. Maribel, buena amiga de Mónica, le comenta que se siente mal, extraña y deprimida, por lo que le agradecería una sesión de reiki. Recibimos a Maribel en nuestra casa por la tarde. Cuando se despidió, tras la sesión de reiki, lucía un rostro radiante y feliz, más acorde con su animoso y desenfadado carácter.
Según Mónica, no
sufría ningún desarreglo orgánico ni de los chacras, pero había recibido una
influencia negativa del exterior, algo así como un mal de ojo, una envidia, un
fario…
Hasta aquí
todo bien, pero del bien sale el mal y viceversa.
Cuando
Maribel le comentó a su pareja cómo pasó de su profundo malestar a sentirse
liberada de la carga que lo producía, Blas solicitó inmediatamente una sesión
de reiki para él.
Mónica le
atiende el viernes por la tarde y le detecta un parásito astral, muy voraz, que
llevaba enganchado en la cadera derecha. Esta larva era una gran boca circular con
dientes puntiagudos dirigidos al centro y un cuerpecillo de gusano.
A Blas le provocó una inflamación en el
mordisco, desequilibrio de los chacras y profundo malestar.
Se marchó,
tras la sesión, muy agradecido y aliviado.
Durante este tipo de sesiones energéticas se crea una cloaca donde expulsar al parásito y las posibles energías negativas. Pero en esta ocasión el parásito astral, muy fortalecido, escapó. Esto es algo que nosotros no sospechábamos, aunque a Bea no le extrañaba nada.
Esa noche
del viernes pasado comienza nuestro calvario.
Cuando yo
intentaba conciliar el primer sueño, Mónica comienza una interminable serie de ayees
y lamentos.
-¿Qué te
pasa?
-¡Ay, me
encuentro mal! ¡No puedo dormir!
Tras una
terrible y larga media hora de quejidos se tranquilizó por fin y se durmió.
Entonces
descubrí que era yo quien no podía dormir y sentía molestias en músculos y
garganta.
Amanecimos
el sábado ambos enfermos. Mónica con rinitis y yo con la garganta seriamente
tocada (tos seca y molesta) y el cuerpo hecho una auténtica piltrafa, sin fuerzas
para nada, sin el menor apetito y con una jaqueca ocular persistente.
Guardé mi
desayuno en la nevera y me tomé un jarabe de hierbas, que preventivamente le
compramos a Natalia el miércoles pasado.
Más tarde
eché mano de la vitamina C en píldoras y me tumbé en la cama esperando mejorar
siquiera un poco con el descanso.
El ayuno, el
jarabe y la cama fueron cuanto pude aplicarme durante dos días, incapaz de
levantar cabeza.
Supongo que el “bicho”, que Blas recibió de personas muy cercanas de su entorno familiar o laboral -según el péndulo, en esta ocasión lo primero-, fue saltando de unos a otros como una garrapata. A mí me dejó seco, o como suele decirse para el arrastre. Ya sé cómo me sentiré dentro de 15 años.
El lunes me encontré ligeramente mejorado y contento de que la faringitis no hubiera derivado
en bronquitis. No obstante, seguí con el ayuno y las siestas a cualquier hora del
día.
Mónica me
pidió que fuera a la tienda de Bea a comprar bronquitorán en pastillas para su
rinitis, ademas de la bebida de alpiste que consume habitualmente.
Fue entonces
cuando Bea nos alertó de que el parásito, y no las radiaciones de las antenas 5G
mierdoeléctricas en este caso, era lo que nos había enfermado, por lo que urgía
una limpieza astral de la casa.
Antes de la
limpieza conjunta con palo santo realicé una sesión de péndulo pidiendo
sanación energética para Mónica y para mí.
Una vez me cercioré de la desaparición del voraz parásito astral, mediante la consulta al péndulo, revisé y programé mis ingestas antes de abandonar el ayuno.
El domingo me tomé la tostada con mermelada y el café del día
anterior, todavía con desgana, pero me sentaron bien.
El lunes me
tomé un granizado de café, además de la infusión de nuestra propia artemisa, el
jarabe y la vitamina C.
Y hoy,
martes me he tomado un yogur pequeño con mermelada y una mini galleta que me encontré
en la calle hace tiempo (con su envoltorio plástico en perfectas condiciones).
Es obvio que
vamos remontando poco a poco. Confiamos en recibir a nuestro amigo Francisco el
próximo viernes sin problemas. Regresa de sus vacaciones en Barahona de las Brujas
(Soria) con su mujer. Y como siempre nos trae unos regalos ya típicos, chorizo
picante para mí y miel para Mónica. Gracias, Francisco.
He decidido definitivamente reintegrarme al pujante gremio de los comedores de alimentos sólidos, aunque
prudentemente, sin excesos, abandonando la progresiva pérdida de peso de estos últimos días
(4,5 kilos).
Nuevo
aprendizaje de humildad y agradecimiento al mundo espiritual que nos guía y
ayuda, (evitándonos pasar por manos de médicos de la farmafia).
Gracias
también a los amables lectores de este blog.