HOUSTON,
TENEMOS UN PROBLEMA… DE INCOMUNICACIÓN
El pavo y la pava en la granja
-Mira, por
ahí llega nuestro amo.
-¡Qué bueno
es! Nos da buena comida y refugio en el establo. Además, a menudo pasa un rato
con nosotros cuando salimos al corral. Siempre nos mira con amor.
-Eso parece,
pero me inquieta un poco que se nos acerque con ese inmenso cuchillo en la mano.
Una pareja como dios manda
-Querido,
estoy preocupada con nuestro hijo, que se ha metido en una pandilla de matones
mafiosos porque dice que no encuentra trabajo.
Además,
nuestra hija se compra cosas carísimas, y no quiere decirme de dónde las saca. A veces, pienso que se ha metido a prostituta.
Hoy, mi hermano
me ha llamado para decirme que tiene un cáncer terminal…
-¡Anda,
cállate de una vez, so cotorra, que no me dejas ver el partido de la tele!
El
predicador silenciado
Para el
predicador, las señales contradictorias de la conspiración habían motivado su
necesidad de informarse adecuadamente.
Escuchó,
leyó, aprendió mil detalles novedosos que revelaban lo que se ocultaba más allá
del montaje apocalíptico de la extraña crisis sanitaria.
La primera
revelación sobre la verdadera crisis sanitaria estalló en su mente como una luz.
2+2=4.
Cuando
empezó a comunicar la verdad oculta, ya había recibido un aluvión de videos,
artículos y libros confirmadores.
¿De dónde le
llegaba tanta información?
¿Quién sabe?
Tal vez de los Hermanos de Luz, tal vez de su pasión por la verdad, tal vez de
ambas cosas.
Predicó con
denuedo, con todos sus minúsculos medios, pero sobre todo con una convicción
inexpugnable.
No le llamaron
loco porque sus argumentos tenían consistencia. Le llamaron negacionista, (de la
MENTIRA DOMINANTE), insolidario, petulante y conspiranoico.
Cuanto
explicaba, a la mayoría le entraba por un oído y le salía por el otro. Les
resbalaba, sencillamente, todo lo que decía.
Cuando las
evidencias de la cruda realidad eran más que ostentosas, los argumentos esgrimidos en su
contra se tornaron pueriles. El predicador arremetió entonces con renovados
argumentos, pero no consiguió suscitar la menor duda en nadie.
Llegó a
sentir cierto rechazo o distanciamiento hacia familiares y otras personas cercanas
abducidas por la propaganda oficial, por no querer informarse, por seguir la
corriente a las autoridades controladoras y desalmadas sin reclamar, sin
revelarse ni protestar siquiera.
Sintió el
peso de tanta miseria, tanto entreguismo, tanta frivolidad… hasta notar su
desconexión de los demás con una suerte de cabreo interior.
Su
convivencia, en adelante, se convirtió en un paripé, en una componenda para no
lastimarse mutuamente con los demás.
El
predicador comprendió por fin que conspirador era también él mismo,
pretendiendo promover un mundo nuevo, libre de la mafia bancaria del dinero y de la ciencia prostituida al servicio de los poderosos y los ejércitos. (¿Para quién, si no, se fabrican
armas, tecnología de control, virus y sustancias mortíferas?)
La
conspiración de la oscuridad triunfaba, ("más vale malo conocido que bueno por conocer"), y la suya fracasaba irremisiblemente.
El
predicador silenciado aceptó esta verdad irrefutable y se calló para que la VERDAD hablara por sí misma.
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