viernes, 23 de julio de 2021

 

ALGUNAS COSILLAS FRESCAS PARA MITIGAR SOFOCOS

 

DIÁLOGO FRONTERIZO

La era del pandemio, con el verano, se relajó un poco.

Al reclamo del turismo, tan económicamente imprescindible, los severos guardianes de la salud pública rebajaron la presión. 

-¿El estamento sanitario? 

-¿Pero qué dices?, ¡el Gobierno, hombre, el Gobierno!

¡Se nos permitía, consentía y concedía, tras un año bochornoso, transitar por calles y descampados a cara descubierta! ¡Aleluya!

Para mi sorpresa, el 90% de mis convecinos no se debió enterar y seguían enfundándose el pandemio hasta los ojos por todos los espacios públicos, excepto las terrazas de los bares, como ya era habitual anteriormente.

Para no molestarlos, al moverme por las aceras sin pandemio, procuraba esquivarlos pasándome a la calzada de los coches.

Un vecino, insólitamente observador, advirtió mis maniobras y me paró para preguntarme:

-¿Temes contagiarnos a los demás y por eso te apartas de nosotros?

-No, no, -le contesté- os esquivo por prudencia, para evitar que me contagiéis el miedo a mí.


EL POBRE VICENTE

Vicente, el valiente,

dos dedos de frente,

viendo de repente

virus maloliente

pensó el muy inconsciente

seguir la corriente

de la inmune gente

guapa y sonriente.

 

Y murió reciente

(¡vacuna indecente!)

por inconsistente

confianza ingente,

-fiel televidente-,

en los prepotentes.

 

Siendo un insurgente,

aún sería viviente,

sin perder un diente,

a la vera fuente

del tiempo clemente.

 

Culpa yo no siento

que aviséle a tiempo,

aunque sí lamento

tanto atontamiento

de quien no está atento

a lo que yo cuento.

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