jueves, 29 de julio de 2021

 

LOS INSOPORTABLES NEGACIONISTAS

 

Galileo aportó en su época una verdad científica impresionante. No era el Sol quien giraba alrededor de la Tierra, sino al contrario: la Tierra era quien giraba alrededor del Sol.

-¡Maravilloso, tú sí que eres un científico auténtico!, –le dijeron sus colegas, el Papa y la Inquisición- pero no te lo vamos a aceptar, ni vamos a investigarlo. Es más, nos caes fatal y te vamos a joder todo lo que podamos por dejarnos en ridículo.

Todos los estamentos que representaban el conocimiento de aquella época adoptaron el negacionismo radical contra la cosmogonía que Galileo, currándoselo bien currado, les proponía.

El EGO tiene dos cosas claras, clarísimas: no aguanta que otro EGO le corrija demostrándole que está equivocado y no duda acerca de tener más razón que los demás pase lo que pase, porque él lo vale.

Hoy día se tilda de negacionistas a quienes no les cuadra que el Sol en España salga por el cabo de Finisterre. ¡Pero, tíos, si lo ha dicho la TV!

Por suerte, el virus, los muertos, los contagiados a mansalva están ahí. Son la única realidad evidente. No puede ser que todo el mundo engañe. Las vacunas son inocuas, lo han dicho Belén Esteban, Risto Mejide y el resto de presentadores, doctores, y todo bicho viviente que asoma la geta por la caja tonta.

¿Por qué meten mierda esos seudo científicos que achacan la crisis de los infectados a las antenas de radiotelefonía, los chemtrails, la contaminación, los alimentos transgénicos, las vacunas contra la gripe, las terapias experimentales genéticas con grafeno, etc.? ¿Es que no quieren que derrotemos al malvado virus llegado directamente del infierno para aniquilarnos?

¡Los muy cerdos pretenden desprestigiar las mascarillas diciendo que producen hipoxia y hongos pulmonares!  

Se quejan porque les cortan sus canales en Internet, porque no les dejan debatir en TV, porque sus recursos contra las decisiones gubernamentales, (que nos protegen admirablemente cercenando o restringiendo nuestros derechos fundamentales), no prosperan en los tribunales… y hasta se llevan las manos a la cabeza porque no queremos informarnos mejor leyendo revistas y libros conspiranoicos escritos por científicos fracasados, que presumen de independientes.

Es una situación terrible y lamentable. Quieren asustarnos con muertos y enfermos graves que se vacunaron y al poco tiempo sufrieron coágulos, trombos y patologías inflamatorias o tormentas de citoquinas. Incluso se atreven a criticar la prohibición de hacer autopsias y califican de contraproducentes las terapias aplicadas a los afectados, sólo porque unos médicos italianos consideraron criminales sus propias terapias.

Hasta la fecha hemos sido muy tolerantes con ellos. Pero todo tiene un límite. En este año 0 de nuestro Nuevo Orden Mundial, el justo brazo inquisidor de nuestro recto sistema ejecutará con rigor las medidas pertinentes para callar y doblegar a esos miserables. 

Y si persisten en el error, renunciando a viajar, yendo a trabajar sin estar vacunados y viviendo impunemente sin tarjeta sanitaria… les culparemos de todo lo malo que nos sucede y nos los cargaremos poco a poco, como el bueno de Hitler hizo con los judíos, tan desafectos a su brillante Régimen.

Es la ley, (del más fuerte, claro).

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