lunes, 2 de agosto de 2021

 

IMPACTO CON DESMORONAMIENTO

 

Un sobresalto inesperado, nada más acostarme, nacido de un recuerdo perdido y ya irrecuperable, despierta en mi mente la incerteza de toda certeza, a excepción de la contumaz certidumbre de la muerte.

Cuanto hago, procuro, leo o digo no me conduce a nada, pero revela mi espantosa soledad, mi falta de objetivos, mi completa indefensión. Este tenerlo todo para acabar siendo consciente de que nada de ello me sirve para sobrevivir, para progresar en mi propia realización…

La matrix en que vivo, la matrix que alimento con mis creencias burdas, de relleno, es sólo un arbitrario esfuerzo MENTAL para sentirme a salvo y justificar mi estéril existencia.

Escribo a borbotones de impotencia cuando ya debería estar dormido.

En este momento no me sirven de nada los cuentos que alimentan mi filosofía barata porque una sentencia ominosa e inapelable ocupa como un fogonazo su lugar.

Calmar mi mente es lo que estoy haciendo ahora mismo para recuperar la dulce paz de espíritu donde todo está bien, todo es seguro, todo tiene sentido.

Escribiendo, leyendo en esta hora de quietud nocturna, espero serenarme lo suficiente para espantar el fantasma que ha vuelto a asaltarme de nuevo, tras la muerte de mi querido hermano Eduardo, el fantasma de mi propia muerte.

2 comentarios:

  1. Estimado Pedro, siempre has buscado algo en el otro mundo (y en este) pero recuerdo que buscabas con tranquilidad, con espíritu de aventura que quizá la tristeza de la ausencia de tu hermano ha convertido en angustiosa. Ojala pronto vuelva a ti la paz, en sentimiento de que todo está bien, que todo tiene sentido, que el amor es lo único real.

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  2. Gracias, José Manuel. Mi mente inquieta quiere sentirse libre, estar condicionada únicamente por la Naturaleza. La realidad social cada vez me parece más miserable y mafiosa.

    La consciencia puede vislumbrar paraísos de luz o abismos de oscuridad.
    ¿Podemos controlarla? ¿Manejarla a nuestro antojo?
    En el episodio que cuento hay cierta similitud con el poema de César Vallejo "Los heraldos negros"
    "Hay golpes en la vida, yo no sé...
    ...son los heraldos negros que nos manda la muerte".

    Me gustaría saber que tal te va.

    Como ya sabrás por lo que cuento en el blog, Mónica y yo estamos vaciando la mansión de Eduardo y hemos regado los árboles de la finca principal. Al intentar abrir la cancela de la otra finca, para seguir regando los árboles, nos han atacado unas avispas pequeñas muy guerreras. Tendremos que ahuyentarlas con humo, aunque preveo que nos propinarán algún que otro nuevo picotazo.

    Un abrazo muy grande para ti con mis mejores deseos.

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