Una aseveración y la contraria,
ni azul ni rojo sino todo lo contrario,
ni izquierdas ni derechas,
ahora toca mezcolanza covidiana.
No sabemos a quién encomendar
nuestros trapos viejos y asechanzas.
De eso se trata.
LA JERGA COVIDIANA
A veces me pregunto, me interrogo
y me desdoblo en otra persona,
para ver si logro deshilvanar la madeja
de tantas contradicciones y falacias.
¡Me lo voy a creer!, pienso.
¿Qué me creo?
¿Qué estoy inmunizado?
¿O que no lo estoy?
¿O ambas cosas a la vez?
A ver lo que dicen mañana
y me lo creo también.
Estos conceptos hasta la saciedad
los vienen repitiendo
desde el principio de estos tiempos.
¿Qué martingalas lingüísticas
tendría que poner en práctica
para creerme toda la jerga
contradictoria y dogmática
que nos sirve la plena democracia?
Hace un tiempo tenía claro
quiénes estaban a la derecha
y quiénes en la izquierda del tablero
ahora no veo diferencias
todos están del mismo lado,
todos juegan con las negras.
Desdoblándome y poniendo cara de bobo
tampoco logro creerme
una cosa y la contraria,
siempre oigo los mismos argumentos
carentes de contenido,
los mismos dogmas, los mismos credos
y están todos de acuerdo
aunque parezca lo contrario.
La dictadura anterior
cercenó de cuajo el pensamiento
y sus raíces históricas.
Creíamos que se había generado
una visión crítica del entorno
en que nos movemos los humanos,
pero estábamos equivocados.
El miedo generado con la existencia
del Lobo, La Bruja y el Tío del Saco
pasó tranquilamente los filtros
y si ahora dicen
¡que el virus, las olas gigantes,
las cepas hambrientas de sangre humana
y el tsunami desbocado vienen a comernos!
la gente ingenua lo seguirá creyendo.
20/01/2022
Rafael Campillo Sendra
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