domingo, 21 de agosto de 2022

 

PIDO PERDÓN

 

Confieso libremente mis rencores.

A los actores que interpretan anuncios publicitarios, justo antes del final de una película de acción o en medio de un programa interesante, les espeto sin la menor consideración, antes de cambiar el canal:

-¡Cállate, loro!

Y si se trata de un presentador de TV o locutor de noticias que insiste en la falsa covid-pandemia, le suelto sin pensar:

-Otro cabronazo de la estirpe comemierdas de Mejode.

Y cuando los mandatarios, congresistas y monarcas reptilianos hablan embozados en sus pandemios con aires de importancia me cago en toda su puta estirpe. Puro rencor y rabia incontenida de mi lado oscuro.

 



Sé que estoy cabreado con razón por tanto hijo de la gran basura que consiente los vertidos tóxicos y las radiaciones electromagnéticas en la atmósfera, que nos roba la salud y la alegría de vivir, que nos pincha inmundicias genocidas en el cuerpo y defeca sus mentiras en nuestra cara de estúpidos conejillos de india.


 

 

Todos sabemos que los super mierdas pueden robar con guante blanco, evadir impuestos, violar y asesinar niños, liquidar oponentes o disidentes, además de mentir obscenamente, sin que nada ni nadie se lo impida.

Pido perdón por no saber acatar esta asquerosa realidad político-social con la calma y serenidad recomendables.

 

 


Sombrero oficial de la Fuerza Espacial vendido en noviembre de 2019 en la web de Donald Trump.

 

Me pone de los nervios que apenas queden defensores de los derechos humanos, pues la “izquierda social” se ha tragado la farsa del Covid con patatas y continúa escondiéndose del bicho, mientras ya no nos quedan derechos cívicos ni para liar un canuto.


 


Pero, prometo reformarme y controlar mis rencores cuando todos esos miserables confiesen sus crímenes y reciban la Justicia que merecen.

 


Tiempos nefastos para la humanidad. Quienes pretenden evitar dañar a sus semejantes son masacrados por el Estado, (casi todos los Estados están controlados por la familia banquera, híbrida reptiliana, de los Rothschild, inmundamente radicalizada en diezmar la población mundial y controlar mentalmente al resto).

 

También confieso que este veneno del rencor me está matando.

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