LA ESPERANZA
Hierve mi mente, inquieta,
buscando una expresión,
una salida limpia, otra vieja poesía.
Se desliza el pasado sin presura,
desdibujándose entre un túmulo
de recuerdos sin vida,
hacia un ego lejano, casi irreal,
que no nos vio venir
hasta estas ruinas.
El presente, confuso, boquiabierto,
es pura encrucijada de anhelos paralíticos,
teñidos de nostalgia,
remedos de supervivencia,
sacados del bombín de la inclemencia,
y burdos equilibrios del clown que aún regentamos
sin demasiada fe en la trascendencia.
Y, agradeciendo este inmenso regalo
de la vida agridulce y la conciencia alerta,
sigo esperando sin medida.
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