Para lectores sin prejuicios o políticamente incorrectos.
Este relato onírico tiene más de 30 años.
EL
TREN SIN DESTINO
Inmediatamente, el equilibrio que existía
para descansar, quedó roto en varios compartimentos.
Así, cuando prácticamente todos los
pasajeros habían abandonado la antiestética masturbación, los recién llegados
iniciaron la fornicación con las chicas más frívolas del segundo vagón, ante la
irritación e impotencia generales.
Alguien decidió ir a buscar a los Intocables,
a pesar de que nadie podía asegurar nada sobre ellos.
Poco después, las mismas chicas tuvieron que
rechazar a los vándalos folladores, pues a veces eran sorprendidas por salvajes
penetraciones mientras dormían despreocupadas.
Al final de la línea hubo un choque
desastroso y aparecieron los Intocables para demostrar que no había
responsabilidades oficiales.
Pedro, esta vez te aseguro que no me he enterado de nada. Jajaja
ResponderEliminarNo te preocupes, la culpa es mía.
ResponderEliminarCuando se me ocurrió este texto pensé desarrollarlo en una novela corta que reflejara los tiempos libertinos e irresponsables de los años 70-80.
Un relato onírico y un tanto esperpéntico. No todos sabemos cultivar estos géneros.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo escribí siendo joven con pretensiones de guión a desarrollar, pero los relatos elaborados y largos me agotan. Se quedó en el cajón de los escritos polvorientos. Si lo he editado es para ver que me sugiere ahora.
ResponderEliminarLe falta al relato la explicación de que el tren nunca para y los pasajeros se han convertido en habitantes resignados.