PROYECTO
ABYECTO
Escrutaba
el tupido ambiente vespertino del local con flagrante perspicacia. Divisó un
sinnúmero de vacantes tertulianos. Sin incidentes reseñables transcurría la
animada velada del pub aquel fin de semana.
Pau
fracasaba ostensiblemente en su maniaco plan de selección de un asesino.
Precisaba de un torcido carácter, una descentrada personalidad, un desequilibrado
encubierto.
Estaba a
punto de investigar otros locales alternativos cuando escuchó una tórrida
sucesión de improperios que una mujer alterada dedicaba a un menda que mantenía
el tipo con una sonrisa sarcástica, amargada.
Le acechó
paciente hasta que, zumbado por el pribe, el tipo encauzó sus torpes pasos al
exterior del pub sin mediar de su parte despedida alguna a nadie.
Encarándolo
fuera le espetó directamente:
-Tengo una oferta para ti, si te interesa.
-Sin rodeos, que estoy mamado.
-He visto tu episodio con la zorra. 300 dólares por
secuestrarla.
-Estás peor que yo, chalado.
-¿No te interesa, al menos, conocer el intríngulis
de esta oportunidad?
-Creo que no.
-Podíamos quedar aquí mañana o cuando te venga bien.
-No gracias, puede que sea un cabroncete, vicioso y
borrachuzo, pero hasta ahí. Acuéstate con otro.
Pau se
quedó rumiando el personaje, frustrado por la cordura del paisano, a pesar de
la cocida que llevaba.
Reflexionó
sobre sus propósitos maniqueos, encontrándolos imperativos para reflejar mordazmente
el mundo, mediante la adecuada proyección de su cerebro contorsionista.
Cualquier
malabarismo abstracto exige un ejercicio de dudosa credibilidad, un fracaso que
no le interesaba. Necesitaba realismo, tocar llaga, pus, sangre, lo que fuera. Pero
por otra parte, carecía de motivación y valor para ejecutar él mismo un acto
poderoso.
Falto de fe
se suicidó lenta y concienzudamente durante sus siguientes 30 años.
Al tal Pau le vendrá de cojones la regularización próxima de la eutanasia. No tendría que esperar treinta años de sinvivir. Un abrazo, Pedro.
ResponderEliminarLa anécdota es del todo ficticia, un ejercicio de redacción pretencioso y algo estúpido. El tal Pau sería un alter ego mío de poca calidad.
ResponderEliminarLo escribí hace muchas décadas.
Gracias por tu comentario y felicitaciones por tus 68 nuevecitos.
Un abrazo.
Un escrito imaginativo y con hechuras de novela de misterio. Engancha y eso en la escritura, ya es un gran mérito amigo Pedro.
ResponderEliminarHoy estamos mustios por el virus, y con las meninges secas intentamos descubrir lo que de bueno se esconde en la parada del metro, o en la cola del supermercado: ¡Señor, perdone, el desinfectante!
Perimetrados, solo podemos ir hasta donde la próstata nos permite contando el camino de ida y vuelta. O sea, hasta la esquina.
Con todos los bares cerrados, y prohibida la entrada al aseo: También llamado retrete, urinario, water o excusado, los yayos nos encontramos dos veces confinados.
Un abrazo amigo Pedro.
Amigo Juan, sigo pensando que eres un buen escritor desaprovechado.
ResponderEliminarEste relato que nos acabas de hacer sobre el confinamiento es a la vez breve y espléndido.
Márcate un relato un poco más largo y lo publicamos en este blog, porfa.
Un abrazo, colega.
Pedro tienes imaginación caliente, un tanto misteriosa con toques de morbo. La verdad es que atrae y te anima a seguir leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo
Por algo me consideraron en alguna ocasión extraterrestre.
ResponderEliminarEste relato se basa en que la escritura necesita de vivencias personales interesantes para los demás.
Dibujo en el relato, extrapolando exageradamente la situación hasta la psicosis, mi fracaso personal como escritor por falta de audacia y de fe.