viernes, 4 de diciembre de 2020

 

PESADILLA  NAVIDADEÑA 

 

Ayer paseé con Guille, mi sobrino pequeño, y con mis hermanas y cuñado por la esperpéntica ciudad de Alicante: una ciudad tísica, silenciosa y rebosante de policías y ciudadanos empandemiados, pululando como hormigas ajetreadas por sus calles, ensimismados en sus propios asuntos. 

Como si pretendiera negar la terrible pesadilla en que está inmersa su gente, tan silenciosa y sombría, Alicante lucía una anticipada Navidad, engalanada con bellas luces blancas, doradas, rosas, rojas, lilas y verdes. 

Además, curiosas piezas de arte moderno, sorprendían a los viandantes, aliviando la monotonía de la Explanada y Canalejas.

El tradicional "belén del ayuntamiento" en la plaza de la Montañeta, repartido en las cuatro fachadas de la torre acristalada, allí instalada, ofrecía cuatro escenas navideñas artísticamente elaboradas, visitadas por continuos curiosos.

Y para rematar el evidente esfuerzo ornamental del consistorio municipal, en la plaza del Ayuntamiento sobresalía ¡el belén más alto del mundo!, que ha entrado en el libro guinness de los records por 20.000 módicos euros de los maltrechos contribuyentes, más los 70.000 euros de su ejecución.

Sufrí estoicamente las miradas reprobatorias de los lugareños, por llevar, mientras paseaba, el mascarón en la barbilla, sin tapar mis vergüenzas bucal y nasal. 

Sufrí aún más las arengas de mis hermanas y cuñado para que no abochornase a nuestro grupito con mi actitud insumisa al borreguismo, tan eficientemente asumido por la práctica totalidad de la acobardada ciudadanía.

A mi hermana Maribel casi no la dejé ni hablar cuando invocó las virtudes añadidas del pandemio contra la gripe, y la inocuidad del 5G a juicio de nuestro sobrino David, físico teórico. 

Pero donde más sufrí, fue en el belén gigantesco, vigilado permanentemente por dos gendarmes locales, (no sé si por miedo a que un pirómano lo incendiase, confundiéndolo con una "Foguera" tardía, o para evitar el contagio mortífero que emana de insolidarios conspiranoicos como yo, (que en el mejor de los casos atribulamos a las autoridades, al exponerlas a feroces críticas por gestionar insatisfactoriamente nuestra salvación colectiva). 

Mientras remirábamos el monumento fallero, con las pertinentes explicaciones de mi hermana Gema, me ahuecaba a escondidas el bozal, para respirar un poco de aire de vez en cuando y evitar pasar de congestionarme a asfixiarme completamente.

Estando de esta guisa, un señor se hizo retratar por su hija, inocentemente, sin pandemio, apoyándose en una de las vallas delanteras del altísimo belén. (La figura de San José de pie, con un báculo estratosférico lograba el alarde del mentado récord guinness). 

En un instante, un energúmeno despreciable se abalanzó sobre el pobre hombre, "exigiéndole" con malos modos de perro mordedor, que se pusiera la mordaza inmediatamente. El buen hombre, amedrentado, se disculpó y se colocó resignadamente el bozal sin perder un segundo. 

Quise quedarme con la geta yonqui del sicario agresor, apremiado por el ánimo malévolo y cauto de controlarlo, pero se escabulló como una sombra, ocultándose rápida y hábilmente entre la gente, para continuar eficazmente, desde allí, su sádico acecho y ataque contundente a los desprevenidos desembozados. 

Supuse que podía ser un ex presidiario, contratado para evitar a los policías locales tener que llamar la atención directamente a nadie.

Como mi cuñado Nicolás y mis hermanitas decidieron hacer culo porra ante los tres gloriosos ninots del belén, les pedí reiteradamente que emprendiéramos la huida y continuáramos el paseo por la Explanada. 

Insensibles a mis súplicas, y sin preocuparse del mal rato que yo estaba pasando, continuaron haciendo fotos y comentarios anodinos sobre el monumento. 

Inicié una escapada sin éxito. Embelesados en las figuras de cartón, ni siquiera me vieron marcharme. 

Retrocedí sobre mis pasos para explicarles que no aguantaba más las sofocaciones que me estaba causando su dichosa "paraeta", pues mientras permaneciéramos en la plaza, no podia desencasquetarme el pandemio sin sufrir una dura reprimenda.

Finalmente, logré que me siguieran, cosa que realizaron con total parsimonia. Comprobé, mirando un par de veces hacia atrás, que en esta nueva huida no me dejaban solo. Así pues, atravesé la plaza a buen paso para alcanzar una calle lateral que conduce a la Explanada. 

Allí, a salvo de las miradas inquisitoriales y punitivas de los gendarmes y del desgraciado energúmeno matón de esquina, me desembocé del odioso tapabocas y tapanapias.

Tuve que explicarle a mi hermana Gema, ya en la Explanada, que había bajado a Alicante por un compromiso de mi mujer con nuestra cuñada, Raquel, pero que contaba con pasear por lugares sanos y algo más libres del tétrico y ominoso espectáculo carnavalesco. 

Por fin, se hizo cargo de que yo no disfrutaba las magníficas galas de la ciudad como los demás y me pidió que no me enfadara. La miré calmadamente y le dije:

-No es enfado, Gema, es coraje.

En ese momento unas muchachas que andaban dispersas, se reagruparon cerca de nuestro grupo. Una de ellas lucía audazmente su hermoso rostro sin parapeto alguno. Eso me animó a exclamar a gritos, como si contestara a mi hermana:

-¡¿Que cómo estoy? Pues bien jodido de tener que aguantar todo el tiempo esta maldita mordaza!

La muchacha sin pandemio se rió abiertamente, y yo me di por satisfecho con su complicidad, obtenida gracias a mi exabrupto.

Tropezamos, entonces, con dos extrañas esculturas situadas en medio del paseo.

-¿Esto qué es? -preguntó Maribel.

Y al unísono, le contestamos Gema y yo:

-Pues dos helados gigantes de cucurucho. 

Unos metros más adelante, nos encontramos con una amiga de mi hermana Maribel, que se llama Mari Carmen. Maribel se disculpó por no haber contado con ella para el paseo que estábamos efectuando y yo atajé las cortesías y excusas de ambas preguntándole por su ex, un cubano muy espabilado, que la timó a ella mientras fue su pareja, y a mis hermanos y a mí cobrándonos sus chapuzas de albañilería como si fueran obras de arte.

-¿Qué es de Armandito? Ya habrá asentado la cabeza, supongo.

-No creo, aunque sé que vive en Murcia con una mujer con la que tiene un hijo.

-¿Su hija sigue en Cuba?

-Sí. Cuando hice todo lo posible por traerla a España se negó en redondo, pues estaba muy enamorada de su novio cubano. Otra locura mía la de querer traerla a España; ¡he cometido tantas!

Nos despedimos tras contarnos que vivía, ya jubilada, en la casa de Orito con su padre, pues su madre había fallecido. Luego, ella continuó con su paseo solitario haciendo la misma ronda que nosotros pero en dirección contraria.

Sonó el teléfono de mi sobrino al alcanzar el parque de Canalejas, con las dos figuras recién instaladas de patitos amarillos gigantes sobre un podio oscuro cúbico, igual que el de las esculturas de los helados.

-Dice mi madre que volvamos, que ya ha terminado su terapia y Mónica quiere regresar a Mutxamel con Pedro.

-Vamos hasta mi coche y os acerco para que lleguéis antes -se ofreció con amabilidad Gema.

Su coche estaba cerca de la plaza de los Luceros, donde vive Maribel, que estimó oportuno despedirse, al llegar allí, de todos nosotros.

Gema le pidió que nos siguiera acompañando. Como Maribel dudara qué hacer, Guille y yo le advertimos que no se dejase liar, que no había más "tela que cortar", por lo que tomó el camino directo a su "olivo".

Nos despedimos de Nico y Gema a la puerta de la casa de Guille y Raquel.

Guille llamó al timbre y entonces le recordé por qué le había pedido que cogiera las llaves.

-Debes procurar ser autónomo y no esperar que los demás hagan cosas por ti, cuando puedes hacerlas tú mismo.

-Sí, claro, es que no me acordaba que llevaba las llaves.

Ahora, cuando rememoro la experiencia de ayer, tengo la sensación de haber vivido una absurda y elucubrante pesadilla.

Y me preguntó si despertaré en nuestro habitual mundo mafioso o en un infierno apocalíptico más perverso aún que el precedente. 

14 comentarios:

  1. Pedro no sé dónde vas a despertar...pero seguro que el día de pesadilla que has tenido con toda la familia, no lo vas a olvidar fácilmente.
    En fin, los tiempos no están para relaciones sociales. Es todo un poco triste, pero es así.
    Espero que los días de nochebuena y año viejo que nos esperan, te sean más propicios y sobre todo que pasen rápidamente.
    Recibe un fuerte abrazo que te sirva para aplacar tu enojo.

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  2. Poca gente sabe ser tan amable como tú, Manuel. Te lo agradezco de todo corazón.

    Estas navidades sólo tenemos una comida de Navidad en casa de la hermana de Mónica y ya hay problemas para celebrarla, porque Mónica quiere que todo sea tan normal como siempre, pero su hermana tiene mucho miedo a los contagios y... la reunión se complica con sus estrambóticas medidas de seguridad.
    A mí me gustan tanto las comidas que nos ha ofrecido hasta la fecha mi cuñada Verónica, que toleraré todas sus medidas de seguridad menos ponerme el pandemio.
    Debo ser uno de los pocos individuos que no comprende cómo todo el mundo lo lleva puesto sin sufrir ningún problema, al menos aparentemente.

    Como el ridículo mal trago de ayer ya está pasado, y además me he desahogado relatándolo, se me pasó el enojo de anoche y casi no me queda rencor contra la opresiva autoridad política y la local, aunque un poco sí.

    Tú no pierdas tu serenidad y prudencia y procura que todos los familiares que os visiten en vuestra casa, se sientan libre de temores y disfruten con vosotros con alegría y confianza.

    Un fuerte abrazo, también para Manuela.

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  3. Amigo Pedro: me preocupa, de verdad, tanta terquedad en tus planteamientos. Por supuesto que eres muy libre de pensar y de actuar a tu criterio. hasta ahí, sin problema. Sólo te pediría que reflexionases un poquito sobre esto: sabes de física más que tu sobrino el físico; sabes de medicina más que yo, médico eminente (ejem...); sabes de gestión política y epidemiológica más que Simón; sabes de pandemios más que nadie... No sé. Piénsalo. Un abrazo.

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  4. Si me prefieres tonto o zombi, dímelo, y ya no me informo de nada más. Lo ideal, por lo visto, es decir amén a los que lo sabéis oficialmente todo.
    Fili, sin menosprecio alguno y aceptando que puedo estar perfectamente equivocado, te recuerdo que mis opiniones provienen de eminentes biólogos, abogados, geopolíticos e investigadores de las ondas electromagnéticas. No todos los científicos ven las cosas del mismo modo.

    Si me convencen más las posturas de los alternativos o disidentes que la de los oficialistas, es una cuestión personal mía, en la que el pensamiento único que medra con propaganda continuada, subliminal, dictatorial y descalificadora me recuerda a la Inquisición.

    La ciencia médica no cura el cáncer ni la gripe y me cuesta creer que la nueva tecnología y las vacunas sean completamente inocuas.

    Perdona si tengo la molesta sensación de que nos engañan, nos manipulan y nos roban descaradamente, y por ello, en las esferas del poder sólo vea mafiosos.

    Muchas gracias por no dejarme solo en esta dialéctica y recodarme lo necesaria que es la humildad.

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    1. Entiendo perfectamente tu sentido de la libertad y de la rebeldía ante imposiciones que no compartes. El caso que nos ocupa, sin embargo, es que tu libertad individual puede poner en serio riesgo la vida de tus cercanos. Aunque te creas con la razón, deberías considerar esto. Vives en sociedad y debes aceptar unas normas mínimas de convivencia. Por solidaridad.
      Hay ya miles de artículos científicos publicados sobre los efectos de ondas electromagnéticas. No han pasado el corte. Todos se quedan en hipótesis. Y está muy bien que los científicos duden y que tengan puntos de vista diferentes. pero hay que demostrar con datos científicos lo que se postula. Yo también creo que nos roban, engañan y manipulan. Pero eso no debe quitar nuestro sentido d ela responsabilidad hacia los demás.
      Me encanta la paella alicantina, más aún que la valenciana, pero la que tú cocinas viene, para mi gusto, un poco corta de humildad. Por eso me ha gustado mucho el último párrafo.
      Un abrazo.

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  5. También deberíais practicar la humildad los que ignoráis las contradicciones:
    Si el pandemio te protege por la calle, ¿para qué quieres que lo lleve yo también? ¿Acaso infecto el aire letalmente y debo reinfectarme a mí mismo por solidaridad?
    Y si la vacuna protege que te cagas, ¿por qué se pretende que me la ponga yo también? Ya os protege, a mí no me jodáis.
    Vivo y muero en sociedad, mal que me pese, conviviendo como buen vecino, siendo uno más.
    Como botón de muestra te comento que tengo seis contenedores distintos de reciclaje en casa. Y los aparatos y muebles obsoletos o difuntos los reciclo también. Supongo que tú no serás menos.
    Esa solidaridad de la que me hablas ya la conozco desde hace tiempo:
    -¡Vente a la mili con nosotros, primo! No te la juegues, no se puede hacer nada, las cosas son así.
    Pero me la jugué con los objetores y luego vinieron los insumisos y al final se acabó la obscena mili mierdosa, que sólo servía para rejonear a los jóvenes en sus ansias de libertad.
    Ya intentaste antes doblegarme con condescendencia y ahora con culpabilidad. Lo siento, pero NO, GRACIAS.
    Lamento volver sobre ello. Última contradicción: Si las ondas de radiación electromagnética son de verdad inocuas ¿por qué se impone la desinformación en dicho tema? Facebook y Youtube tienen completamente censurado el tema. A Iker Jiménez le impiden que se debata en su programa sobre ello. La revista científica Discovery salud ofrece continua información digna de consideración, que no es tenida para nada en cuenta.
    ¿De verdad que las empresas de telefonía y las farmacéuticas son altruistas?
    ¡Que hermosos beneficios consiguen las farmacéuticas de la gripe, el sida, el cáncer y las enfermedades crónicas! Su negocio no es la salud, sino la enfermedad!
    Sobre las inversiones mil millonarias de las telefonías ¿quien me asegura que les preocupa más mi salud que su prometedor negocio de los móviles, que mantiene a todo dios desconectado de los demás?
    Si dejáis de decirme que el "bicho" es muy malo yo haré lo mismo del 5G. Como dijiste una vez, la verdad aún está por conocerse.
    Un abrazo.

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  6. Ultimo intento, Pedro. Lo dejo. No me tengo por autoridad ninguna para discutir sobre determinados asuntos que propones. Estoy convencido de que la Industria farmacéutica y de Telefonía no son altruistas, y de que el negocio carece de escrúpulos morales. Incluso puedo aceptarte el riesgo potencial de la contaminación electromagnética. Fíjate si concedo. Lo que pretendo explicar es que todo eso no tiene que estar necesariamente ligado a la explosión de esta pandemia. Pero es más, aunque así fuera no quita para que todos intentemos protegernos. El pandemio protege más si ambas personas que interactúan lo llevan puesto. Por supuesto que no es necesario en el campo o en una calle solitaria, pero en comunidad, sí. Paz, salud y República, amigo. Una cosa nada más: cuando yo hablo de revistas científicas no me refiero, precisamente, a Discovery. Un abrazo.

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    1. Por alusiones: José Antonio Campoy cambió la línea de la revista asumiendo el aval científico en todos sus artículos. Te concedo que hay más revistas de corte científico, que en alguna ocasión he leído. Esta es la que más me mola por enfocar preferentemente el tema de la salud.
      Muchas gracias, no tanto por las concesiones como por haber insistido con tus argumentos hasta un punto razonable.
      Sabes que deseamos lo mismo, que amanezca un nuevo día sin amenazas ni abusos de poder.
      Seguiremos como siempre, escuchándonos sin rivalidades estúpidas.
      Otro abrazo.

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  7. Querido Pere, la verdad, con "paseos" como el que has descrito más arriba, dan ganas de quedarse en casa!!! :))
    Un fuerte abrazo.

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  8. He exagerado un poco, F., pero resulta absurdo ver a todo el mundo con las mordazas como si estuviéramos en una película apocalíptica.
    Gracias por dedicarme un ratito, como prometiste.

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  9. A mi me gusta como cuentas las cosas que te pasan y como ves el mundo. Conviertes es historia unos hechos que parecen rutinarios

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  10. Muchas gracias, José Manuel. No sabía que seguías mis "descargas" literarias y mis "protestas" en el blog.
    Mi técnica literaria es un poco impresionista. Tomo retazos y detalles claros y simples de lo que me sucede y veo a mi alrededor, (porque me parecen curiosos o interesantes), y los hilvano lo mejor que puedo para concluir con un colofón que contenga algo de sorpresa.
    Procuro no meterlo todo, ni dejarme nada que realce el relato.
    En esta ocasión olvidé comentar que las esculturas de la Explanada eran dos helados gigantes.
    Alguien del grupo preguntó al tropezarnos con ellas:
    -¿Esto que es?
    Y un par de nosotros contestamos a la vez:
    -Pues dos helados.
    Espero que paséis unas fiestas felices Nahia y tú, y que la visita de tus amantísimas hermanas no te resulte pesada u onerosa.
    Un fuerte abrazo, José Manuel.

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  11. Amigo Pedro, tu relato de un simple paseo festivo con tal lujo de detalles, para mí que tengo viva imaginación y convierto cualquier cosa en imagen fotográfica, se ha convertido en toda una representación teatral en mi mente.
    Ten cuidado no vayas a coger el bichito. Mi hija que cuida a infectados en el hospital de Jaén me cuenta el horror que sufren los ingresados en UCI y las secuelas que les quedan a muchos de los que logran salir.
    Un abrazo

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  12. ¡El lavado de cerebro funciona a las mil maravillas!
    No me estoy refiriendo a que los ingresados en la UCI lo pasean realmente mal.
    Me refiero a que todo dios piensa que el bichito es el único culpable y a que todo dios niega las inflamaciones impropias de un virus en los afectados. Las pruebas que implican a las radiaciones electromagnéticas no existen porque los medios de comunicación lo niegan. Los primeros efectos secundarios graves producidos por la vacuna Pfizer también los ocultan.
    Yo no niego la enfermedad, sino que llamo la atención, infructuosamente, contra una causa probable que actua sin control y puede haberse combinado con un virus determinado.
    Falta información veraz, todo suena a propaganda malintencionada.

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