jueves, 10 de junio de 2021

 

LA MUERTE SALIÓ A SU ENCUENTRO

 

Mi hermano Eduardo acaba de morir hace pocos minutos.

Mientras mi mujer, Mónica, comunica el deceso a sus padres, me asaltan recuerdos de su amor fraternal durante la agonia, detalles que me arrancan bocados de paz interior y hacen zozobrar la frágil nave de mi existir en esta realidad incierta.

He dejado en manos de mis dos hermanas, Maribel y “Perla”, los asuntos burocráticos, velatorio y exequias, alejándome del ambiente mortuorio, pero la rápida desaparición de mi hermano me deja desolado y ahogado por su ausencia definitiva.

Intento concentrarme en las pinturas impresionistas y de otras corrientes pictóricas que nos ofrece Internet, pero se me cuelan pensamientos del amor y buena relación con mi hermano, ya desaparecido de mi vida para siempre. Entonces la pena me asalta y me doblega, me falta el aire y apenas puedo controlar el llanto.

Nuestra prima Mariam me ha recomendado inspirar profundamente y en la expiración rezar el Padrenuestro para sentir la compasión. Cuando mayor es mi pena, que me avasalla incontenible, pruebo su consejo y siento que me he calmado un poco y estoy más sereno.

Al cabo de un rato vuelve la tristeza y recurro de nuevo al Padrenuestro, en esta ocasión dos veces seguidas. Consigo recuperar la calma y le cuento a mi mujer mi deprimente estado de ánimo.

Mónica se vuelca con toda su comprensión y delicadeza en la escucha, y consigue aliviar mi depresión.

Luego, más tarde, me digo que ahora comprendo los sentimientos de Andrés Osado y deseo para ambos la liberación y la paz de espíritu.

En este relato sólo quiero añadir que he pasado toda mi vida muy unido a mi hermano Eduardo, hombre de espíritu tranquilo, tolerante, algo solitario y creador de una arboleda magnífica de unos 200 árboles en su finca en la partida del Volaor de Mutxamel. Su generosidad iba más allá de lo normal con los familiares que ahora le lloramos y con los que se fueron antes que él.

Mientras estaba profundamente sedado y narcotizado en el hospital de Sant Joan me despedí deseándole que encontrara un mundo mejor de paz y libertad.

Yo seguiré sobreponiéndome a la pena con todo lo que tengo, incluidos los Padrenuestros.

La maldita vacuna le produjo un coágulo en el conducto de la vesícula biliar que precipitó su muerte fulminantemente. 

Tenía cáncer de hígado, vesícula y estómago cuando se vacunó imprudentemente. Pero él no lo sabía y sólo alegaba dificultades digestivas que se prolongaron durante varias semanas antes de visitar a su médica de cabecera.

En el hospital dejaron pasar, tras el ingreso, 4 días antes de hacerle el tac y una semana más para operarle el coágulo. Llevaba un mes sin alimentación pero tenía ilusión en la operación y la resistió, además de soportar estoicamente completamente solo, (a los familiares nos permitieron la visita cuando Eduardo acepto la sedación terminal, ante la indignación de mi hermana Perla por la incomunicación inhumana a que estaba sometido), la espera interminable.

Desgraciadamente, el sten que le pusieron era demasiado corto y no le solucionó el problema. Le ofrecieron, entonces, una nueva operación para ponerle un sten más largo, enviarle a casa con cuidados médicos o una sedación progresiva hacia una muerte sin dolor.

Incapaz de caminar, fatigado hasta de hablar, eligió esta opción. En menos de tres días lo liquidaron con un cóctel de sedantes y morfina.

El primer día de sedación hablamos con él. Quería facilitarnos la transmisión de sus cosas y decía que estaba como perdido y no podía concentrarse en los detalles.

El segundo día, mi hermana “Perla” renunció a llevar a un notario para hacer testamento, al comprobar el estado catatónico en que se hallaba Eduardo. 

Nuestro hermano desde la tarde anterior, cuando se durmió hablando conmigo, ya no se despertó y no se pudo realizar el acto testamentario.

Al verle dormido, las enfermeras le duplicaron el cóctel letal y luego se extrañaron que aún resistiera vivo ocho o diez horas más. 

La eficiencia médica para despachar enfermos terminales es alucinante. Debo decir también que las enfermeras de la planta fueron permisivas y consideradas con las visitas de los familiares. Fuera de eso, el hospital parece un centro sin vida, vigilado y controlado al estilo nazi, un desolado páramo.

Cada vez estoy más resuelto, cuando llegue mi hora, a irme a morir a un monte solo, para que no me encuentren hasta pasados unos cuantos días después de mi muerte.       

6 comentarios:

  1. Lo siento muchísimo Pedro...recuerdo lo mucho que le querías desde siempre y el dolor de su ausencia está relacionado con ese cariño inmenso. Deja que te duela, que quizá eso le ayude a el en su nuevo camino.

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  2. El dolor por la muerte de un familiar cercano, es siempre un momento muy triste y difícil de superar.
    Pedro te acompaño en el dolor que sientes en estos momentos. Y para tu hermano, que descanse en paz.
    Un abrazo.

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  3. Mil gracias a ambos por vuestra amistad, comprensión y consuelo.
    A estas alturas ya no me consume la pena desbordada que sentí estos dos días anteriores.
    Según nuestro maestro de taichí Tum, el expíritu desencarnado tiene 59 días antes de entrar en su nuevo destino. Durante ese periodo está en un inter-regno y puede visitar familiares y sitios a su gusto.
    Mi dolor por su pérdida ha sido una enseñanza necesaria, pero creo que no debo permanecer más tiempo en la tristeza para no crear ataduras y sufrimiento inútil, (además de energía áurica).
    Eduardo no tenía apego a casi nada y miedo a la muerte ninguno.
    Mi lección ha sido descubrir cuánto apego tenía yo hacia él.
    Mañana, sábado, esparciremos sus cenizas por su finca y luego meréndaremos-cenaremos con familiares y amigos allí mismo.
    Mis hermanas querían una ceremonia íntima de unas 8 personas, pero seremos 18 ó 20 ya que las pocas personas que tenían contacto con nuestro hermano le apreciaban sinceramente y quieren acompañarnos.
    Espiritualmente os consideraré asistentes en esta reunión.
    De nuevo muchas gracias con todo mi afecto, José Manuel y Juan.

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  4. Muchas gracias, Manuel.
    Saberos a Manuela y a ti a nuestro lado en estos momentos es un gran consuelo y un regalo impagable.
    Muchos besos y abrazos para los dos y nuestros mejores deseos para toda vuestra querida familia.

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  5. Estimado Pedro, disfrutando de la lectura de tu blog llego a esta entrada que me deja helado y entristecido. Siento mucho tu perdida y me conduelo contigo. No hallo palabras en rstos casos. Un fuerte abrazo, compartimos tu dolor.

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