viernes, 16 de julio de 2021

 

ENSAYO FILOSÓFICO CATASTRÓFICAMENTE INCOHERENTE

 

Los detalles disociados entre la mentalidad propia y la ajena me incitan a pergeñar una explicación razonable de mi punto de vista.

Una mayoría de ciudadanos CONFÍA decididamente en los representantes del Estado, que crean leyes, imponen decretos y proclaman a bombo y platillo su inequívoca determinación hacia el BIEN COMÚN.

Una minoría de ciudadanos DESCONFÍA con cada vez mayor contundencia de dichos representantes. Arrastran estos pobres ciudadanos una triste memoria de abusos del poder franquista y de desmanes y corruptelas asentadas en flagrantes impunidades de la dudosa democracia, a la que muchos autores designan directamente partidocracia.

La creencia en el PADRASTRO ESTADO, no se me ocurre otra explicación, proviene de la inseguridad e indefensión del individuo que se sabe dependiente del sistema burocrático y del mercado laboral y social. Los marginados del Sistema nos refuerzan la idea de lo poco conveniente que puede resultar intentar la independencia personal del Sistema imperante.

El estado actual de consumo ilimitado, (si poseemos reserva de divisas suficiente), y la estabilidad de la clase media, junto a las migajas para las clases sociales más desfavorecidas, propician una supervivencia general aceptable que no cuestiona adecuadamente las astronómicas desigualdades económicas y sociales.

Dichas desigualdades crecientes, apuntaladas por las habituales prácticas mafiosas corruptas de los dirigentes políticos y por la evasión de impuestos a paraísos fiscales de las clases más favorecidas, (banqueros, empresarios, políticos y artistas como el rey emérito…), propician cuantas crisis nos quieran imponer las oligarquías financieras.

Pero, ¿cómo reconducir a la BESTIA del dinero y sus acólitos corruptos y mafiosos hacia un sistema progresivamente igualitario, si ellos mismos dirigen y/o controlan todos los poderes del Estado en sentido contrario?

Los poderosos con mayúscula sólo se aman a sí mismos y su poder; sólo trabajan para asegurar su posición privilegiada y, como ya explicó un pensador de otra época, prefieren que reviente el mundo y perezca la Humanidad entera antes que bajarse del burro.

La era digital de las telecomunicaciones, sostenidas por numerosos satélites artificiales, favorece el control global de los individuos. Eso es fabuloso para quienes pueden hacer negocios, imponiendo tendencias comerciales, anulando competencias indeseadas, manipulando a políticos y otros funcionarios y asegurándose el crecimiento continuado de sus riquezas y poder.

El que lo tiene casi todo ya no piensa en otra cosa que conseguirlo todo; “ya que estamos, ¿por qué menos?”

La idea es buena, pero precisa de una alianza con otros poderosos para controlar un mundo con 7.000 millones de personas. Y en eso están. Se asocian en trusts maquiavélicos que dominan el mercado farmacéutico, las deudas de los países “soberanos” (ja), organizaciones de todo tipo, como ONGs, la OMS, los mercados de valores, etc.  

Las primicias ya no son una vacunación global con grafeno incluido, entre otras sustancias muy peligrosas, que permite la manipulación emocional y mental mediante fuentes de energía externa como el electromagnetismo, sino que se nos está proponiendo saltar a un nuevo sistema informático, Windows 11, que asume el control total de cada ordenador personal con la excusa de ofrecer seguridad absoluta.

Pero si pueden borrar programas, archivos, (incluso de unidades externas), impedir el intercambio de correos y bloquear o desconectar tu ordenador cuando les convenga a los dueños de Microsoft ¿te puedes sentir seguro?

La contradicción creciente entre derechos ciudadanos, que (¡alabado sea el Señor!) el Tribunal Constitucional ha ratificado frente al intervencionismo absolutista del Gobierno Central y los Gobiernos de Taifas con sus medidas antidemocráticas, sigue vigente desgraciadamente.

Todas las medidas impuestas a la ciudadanía han carecido de debate, investigación y una argumentación mínima. Para evitar la oposición ciudadana lógica a las medidas abusivas de los Gobiernos, éstos han impuesto el Pensamiento Único, el comité de expertos invisible, las medidas sanitarias anti producentes y la oportuna prohibición de las autopsias, el alarmismo exacerbado desde los medios de domestificación y las campañas vomitivas del pandemio y la vacunación más perversa de la historia, sin olvidar los confinamientos.  

Hablaba al principio de este artículo de los creyentes del sistema y los disidentes.

Tenemos libertad de elección pero asumiendo las consecuencias. Y si nuestra elección es vivir atemorizados, engañados y ninguneados  ¿conseguiremos al menos la ansiada supervivencia?

2 comentarios:

  1. Pedro he tenido que releer dos veces el escrito. El panorama que describes se corresponde con el título de "ensayo catastrófico".
    En mi opinión, describes la sociedad humana solo como un conjunto de seres irresponsables, que se manifiestan perniciosos a la hora de ejercer cualquier responsabilidad pública o privada. Generando daños de todo tipo al resto de la población indefensa.
    Pienso amigo Pedro que no estamos tan indefensos, miras solo lo negativo, en todas las épocas se han pasado calamidades y desastres de todo tipo. Y personas honestas han existido siempre, demostrando valor, entrega y buen hacer.
    Permíteme una opinión, creo que hemos de reducir el campo de análisis a nuestro ámbito para no sufrir en exceso, y ver en lo que podemos ayudar desde nuestra posición en el trabajo, la familia, o la comunidad.
    Encantado de leerte como siempre, recibe un cordial abrazo.

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  2. Gracias, Juan.
    Te contesto con el nuevo artículo que edito hoy mismo.
    Demasiada tranquilidad frente a la tormenta no es lo más aconsejable en la marinería.
    Si te sirve de consuelo, mi punto de vista catastrófico tiene ribetes de relatividad y el futuro lo temo pero a la vez lo desconozco.
    Un abrazo, amigo.

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