UNA VALIOSA PÉRDIDA
y búsqueda del niño interior
De niño sufrí una violación espiritual.
Sentí una terrible indefensión
ante el sacrílego depredador de mi inocencia
y su absurdo abuso de poder brutal.
Abandoné entonces a mi niño interior,
me endurecí bajo una máscara
de soledad y altiva suficiencia.
Un vencido no proyecta conquistas,
no celebra ni comparte con gozo.
Un vencido, sin amor propio,
tan solo sobrevive, huye o imposta, y
cuando puede, maquina vil venganza.
La coraza de piedra que ha labrado
imperceptiblemente se adueña
de su reseca alma.
Cuando comprendí cuánto dolor
concita todo el amor perdido tras los años,
quise llorar. Mis lágrimas no lograron fluir.
Ya no pretendo ninguna ruin venganza.
Quisiera rescatar a mi niño interior,
recuperar el llanto y la alegría desbordados,
vivir de nuevo en su espléndida esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario