CUANDO LA
MUERTE
Cuando la
muerte, aciaga o amorosa,
recite inapelable
mi pasajero nombre,
-o el estelar que me ofrecieron
los Registros Akáshicos-,
reclamándome el tránsito pactado
al descarnado mundo de las almas…
lo que quede
de mi pasada vida,
como bruma
ligera,
disiparán
los sucesivos días sin estragos.
Este terrestre y parco viaje,
audaz y alucinado,
alivió sus rigores en familiar o en amical consuelo.
Tuve vislumbres
de intangibles mundos...
y aprendizajes
de dolor, compromiso
y esfuerzos hacia el Bien compartidos.
Transido del
amor maternal
de nuestra
hermosa madre Tierra
y de sus
gentes amables, solidarias,
entonaré mi
canción infinita, alegremente,
por los
nuevos caminos, más etéreos,
mientras
quedan disueltos, aquí y allá,
mis humildes
recuerdos.
Humanos que seguís
el triste sueño
de
esperanzas mil veces lastimadas…
guardad, de mí tan sólo, anhelos de Verdad y Justicia…
y rescatad
del Mal vuestro espíritu eterno,
liberando de cadenas sionistas y arcontes
a Humanidad
y Tierra,
mis queridos
hermanos…
por si un día lejano
decido volver a contemplar
los ríos trasparentes
y deleitarme con vosotros
del trino de los pájaros.
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